top of page

Devocional: El motivo de nuestro gozo – Don Carson


Se relata la siguiente historia del Dr. Martin Lloyd Jones, uno de los predicadores más sobresalientes del siglo XX. Cuando se estaba muriendo de cáncer, uno de sus amigos y antiguos colaboradores le preguntó: “¿Cómo consigue usted soportar esto? Está acostumbrado a predicar varias veces por semana. Ha iniciado varios ministerios cristianos; su influencia se ha extendido a través de grabaciones y libros a cristianos en los cinco continentes. Y ahora se encuentra apartado, reducido a estar aquí quieto, y a veces consigue editar alguna que otra cosa. No me refiero tanto a cómo soporta la enfermedad en sí, sino ¿cómo soporta estar al margen?”


Lloyd Jones contestó con palabras sacadas de Lucas 10: “Sin embargo, no os alegréis de que podáis someter a los espíritus, sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.” (10:20).


Era una cita muy pertinente. Los discípulos han regresado de su misión y se maravillan de que los demonios se sometan a ellos en el nombre de Jesús (10:17). Jesús les alienta y les asegura que (¿mediante una experiencia visionaria?) ha visto a Satanás caer como relámpago del cielo (10:18). Parece ser que Jesús ve esta misión de formación a la que ha enviado a sus discípulos como una señal, un hito en el camino que conducirá a la derrota definitiva de Satanás, la cual se logra principalmente en la cruz (Apocalipsis 12:9–12). Dice a sus discípulos que todos ellos serán testigos de acontecimientos aún más asombrosos que estos (Lucas 10:18–19). “Sin embargo”, añade, (y siguen las palabras citadas por Martin Lloyd Jones), “Sin embargo, no os alegréis de que podáis someter a los espíritus, sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo” (10:20).


Es fácil regocijarse en medio de los éxitos. Nuestro sentido de identidad puede confundirse con el fruto que lleve nuestro ministerio. Por supuesto que esto resulta peligroso cuando el fruto se vuelve amargo – pero no es este el problema aquí. Las cosas no podrían ir mejor para los discípulos de Jesús. Y el peligro es que ya no sea Dios el objeto de nuestro culto. Y el mismo hecho de que nuestra maravillosa aceptación por parte de Dios no nos conmueve tanto como nuestro éxito aparente.


Este ha sido el pecado de no pocos pastores “exitosos”, y de no menos laicos “exitosos”. Orgullosos de su ortodoxia, y encargados de una misión muy valiosa, han acabado idolatrando sutilmente algo diferente: el éxito. Hay pocos ídolos que sean tan engañosos. Ante semejantes tentaciones, es tremendamente importante regocijarse por los mejores motivos – y no hay motivo mejor que el mero hecho de que nuestros pecados han sido perdonados y, que por la pura gracia de Dios, nuestros nombres han sido escritos en el cielo.



Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page