top of page

¿Dedicamos tiempo a Dios?



Hay una frase que cada vez se vuelve más común de escuchar" ¡Este año se pasó muy rápido!" y la verdad, ¡Es que así se siente!. Cuando éramos pequeños no teníamos ese problema, nuestra mente no estaba enfocada en el tiempo que dedicábamos a cada cosa que hacíamos, podíamos jugar todo el día y en el colegio no nos desesperábamos tanto por que llegara la hora de salida si no que disfrutábamos las actividades y dejábamos que todo fuera fluyendo, pero cuando empezamos a crecer el tiempo se volvió primordial en nuestras vidas.


Recuerdo que cuando estaba en bachillerato casi todo lo que hacía lo media conforme al tiempo que tuviera, si dormía un poquito más me tocaba acortar tiempo de baño o no desayunar, si corría tres minutos alcanzaba llegar antes que sonara la alarma de entrada, o si tenía partido de fútbol en horas de la tarde tenía que llegar a mi casa antes de las ocho de la noche para que me quedara 2 horas para ver tele y hacer las tareas antes de volver a la cama y así sacarle el máximo provecho al día.


Creo que hablo por muchos cuando digo que ahora de adultos extrañamos esa época, pues lo que considerábamos pesado no lo era a comparación de nuestras responsabilidades actuales, todos tenemos diferentes estilos de vida, pero eso no quiere decir que no todos tengamos muchas cosas por hacer en poco tiempo, ahí nace el problema del cual les quiero hablar el día de hoy; nos enfocamos tanto en nuestros quehaceres diarios que a veces no tenemos un tiempo de "tú a tú" con Dios, nos levantamos apurados para que nos alcance el tiempo para llegar al trabajo sin retraso, por esa razón desayunamos de afán o no desayunamos, la hora de almuerzo no la utilizamos para almorzar plácidamente si no que consumimos nuestros alimentos de afán y el restante nos sirve para terminar trabajos de la universidad o simplemente para poner al día trabajo que en la mayoría de ocasiones se encuentra represado, esto hace que al terminar la jornada laboral estemos demasiado cansados, y al llegar a la casa solo queremos descansar y luego de un poco de comida nos vayamos directo a dormir.


Tengo claro que en la sociedad que vivimos es difícil vivir adecuadamente si no tenemos un estilo de vida agitado, pero debemos entender que esto no puede ser un impedimento para conversar con nuestro Señor, darle las gracias, contarle nuestros problemas, nuestros logros, en pocas palabras darle un tiempo de calidad diario como solo Él se lo merece. Al igual que encontramos tiempo para navegar en internet o ver algún programa en la televisión, necesitamos tener un horario en el cual podamos estar con Dios y aprender a escucharlo cada día más y entender que pase lo que pase en nuestras vidas no podemos darnos por vencidos ni perder la fe, pues Dios nos escucha y se complace en nuestras oraciones y en ese tiempo donde nuestro foco es Él y solo Él.


Quiero que recordemos lo que nuestro Señor Jesús les dijo a sus discípulos en cierta ocasión a través de una parábola, esto lo encontramos en Lucas 18:1-8, donde se narra lo siguiente:


Parábola de la viuda persistente


Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos. «Había un juez en cierta ciudad —dijo—, que no tenía temor de Dios ni se preocupaba por la gente. Una viuda de esa ciudad acudía a él repetidas veces para decirle: “Hágame justicia en este conflicto con mi enemigo”. Durante un tiempo, el juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “No temo a Dios ni me importa la gente, pero esta mujer me está volviendo loco, me ocuparé de que reciba justicia, ¡porque me está agotando con sus constantes peticiones!”».


Entonces el Señor dijo: «Aprendan una lección de este Juez injusto, si hasta él dio un veredicto justo al final, ¿acaso no creen que Dios hará justicia a su pueblo escogido que clama a él día y noche? ¿Seguirá aplazando su respuesta?, les digo, ¡Él pronto les hará justicia!, pero cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿a cuántas personas con fe encontrará en la tierra?».


La parábola es clara, ¿si somos pueblo escogido de Dios acaso no debemos pedir según su voluntad y descansar en que Él dará respuesta y esa respuesta será inigualable?, claro que sí, debemos recordar que Dios nos escucha y está al tanto de nuestras vidas, por lo cual, no desmayemos en la oración si no que cada día dediquemos tiempo para Él, no para “torcer su brazo” como se dice cuando se quiere algo sin saber si es bueno, si no para aprender a descansar en su soberanía y poder vivir confiados en aquel que empezó la buena obra y la perfeccionara.


Así como el en colegio o en el trabajo tenemos un horario que nos mantiene el día en orden, debemos crear un horario en el cual podamos orar, leer la palabra y pasar un rato de edificación con nuestras familias y en soledad para crecer en espíritu y poner a Dios en el lugar que él se merece, "El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto" (Salmos 25:14).


Dios es nuestro padre, y nos ama tanto que dio a su único hijo para nuestra salvación, es nuestro deber como hijos obedecer su palabra y pasar tiempo de calidad con Él, así estaremos listos para servirle; el leer su palabra nos dará alimento espiritual y podremos ayudar a nuestros hermanos a llevar el evangelio a toda criatura.


"Así que hermanos, animémonos a nosotros para no desfallecer si no que oremos unos por otros, y dejemos que Dios tenga el primer lugar en nuestras vidas para descansar y confiar en su voluntad la cual es buena, agradable y perfecta" (Romanos 12:2).


“La fe es a la oración lo que la pluma es a la flecha; sin la fe no dará en el blanco.”

J. C. Ryle



Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page