Lo que enseñamos
Como iglesia entendemos que toda la gloria es para el Señor y que su ministerio tiene que estar basado en su santa palabra, por lo cual compartimos esta declaración de Fe.
Sobre Dios
Enseñamos que no hay más que "Un Solo Dios" (Deuteronomio 6:4), quien es eterno e inmortal (1Timoteo 1:17), creador y soberano sobre todo el universo, que orquesta activa o pasivamente todo cuanto ocurre (Lamentaciones 3:37-38), por tanto, nada se mueve en su creación sin su consentimiento. Lo que Él desea hacer siempre lo lleva a cabo (Isaías 55:11) cumpliendo así sus decretos eternos e inmutables. Dios existe en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:13-14), cada una de estas tres personas merece la misma adoración y obediencia.
Sobre Jesucristo
Enseñamos que Jesucristo es el único hijo de Dios, quien fue concebido por medio del Espíritu Santo y nacido de María, la virgen. Él tiene igualdad y co-eternidad con el Padre (Filipenses 2:6-7). Durante su misión en la tierra se hizo semejante a los hombres, siendo al mismo tiempo verdadero hombre y verdadero Dios. Con su encarnación no perdió ninguno de sus atributos divinos. Jesucristo es el agente de la creación, ya que todas las cosas fueron creadas por Él, por medio de Él y para Él (Colosenses 1:16). Enseñamos que Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados (Romanos 5:8) y Él es el único agente de reconciliación entre Dios y el hombre (1 Timoteo 2:5; Hechos 4:12), después de su muerte, resucitó corporalmente de entre los muertos y ascendió al cielo, pasando a ser nuestro Sumo Sacerdote e intercesor, sentado a la diestra de Dios Padre (hebreos 4:14; 8:1-2; Romanos 8:34).
Sobre el Espíritu Santo
Enseñamos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, a través del cual somos regenerados y pasamos a ser nacidos de nuevo (Juan 3:5-8), es este mismo Espíritu Santo quien ha sido enviado a convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:7-8). El Espíritu Santo habita en el interior de cada creyente (Romanos 8:11), Él se encarga también de fortalecernos (Hechos 1:8) y guiarnos a toda verdad (Juan 16:13), al hacer esto, Él glorifica a Jesucristo (Juan 16:14) puesto que nunca busca glorificarse a sí mismo. El Espíritu Santo, junto con Cristo, distribuye los dones a cada creyente (1 Corintios 12:4-7,11; Efesios 4:11) con el fin de glorificar a Jesucristo y fortalecer su Iglesia la cual es el cuerpo de Cristo.
Sobre la Biblia
Enseñamos que todas las Escrituras fueron inspiradas por Dios (2 Pedro 1:20-21; 2 Timoteo 3:16). Cada autor fue movido y dirigido por el Espíritu Santo (preservando sus personalidades y estilos diferentes) para escribir la Palabra de Dios, de tal forma que no contienen error alguno en la revelación original dada por Él. Esta Palabra entonces es considerada inerrante e infalible y es la única autoridad en materia de fe y práctica; sus verdades son absolutas y eternas. Las Escrituras constituyen el único estándar por el cual debemos medir todo lo que hacemos dentro y fuera de la iglesia.
Sobre el hombre
Su origen: El hombre es creación divina e inmediata de Dios, en estado de inocencia. (Gn. 1:26; sal. 100: 3; hch. 17: 24-29).
Su caída: El hombre voluntariamente pecó, perdiendo así su estado original (Gn. 3:6-13; ro. 3:23; ro. 1:21-32).
Su redención: La única esperanza de redención está en Jesucristo el hijo de Dios (Jn. 3:16; hch. 4:12; lc. 19:10).
Su estado final: Vida eterna o condenación, dependiendo de su aceptación o rechazo de la oferta de gracia dada por Dios por medio de cristo (Dn. 12:2; mr. 16:16; jn. 5:28-29).
Sobre la salvación
Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Es el Plan de Dios desde de la eternidad (1 P. 1:18-20; Jn. 3:17; 1).
Las condiciones que Dios establece para ser salvos: El arrepentimiento de los pecados y la fe en Cristo (Mr. 1:15; Ro. 10:9).
La evidencia interna de la salvación es el testimonio directo del Espíritu Santo (Ro. 8:16). La evidencia externa es una vida transformada y verdaderamente santa (2 Co. 5:17; 1 Pe. 1:16).
Enseñamos que sin el derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (Hebreos 9:22) y solamente el sacrificio de Cristo en la cruz puede proveer el perdón de nuestros pecados (1 Corintios 6:20), de esa forma pasamos de la esclavitud a la libertad, de la oscuridad a la luz y de la muerte a la vida (Efesios 2:1-2).
Sobre la Iglesia
Enseñamos que todo aquel que ha puesto su fe en Jesucristo como Señor y Salvador a través del Espíritu Santo, forma parte de la Iglesia universal, esta Iglesia es el cuerpo de Cristo y por tanto ella no puede ser separada del Señor. (Efesios 1:22-23; 5:23 y Colosenses 1:24). Todos los creyentes deben participar activamente en la vida de la iglesia local (Hebreos 10:25).
La Iglesia ha sido llamada a ser santa y sin mancha (Colosenses 1:22) y a esta se la ha dado la responsabilidad de proclamar la obra de redención y de dar a conocer la sabiduría de Dios (Efesios 3:10-11).
Sobre las ordenanzas
Enseñamos que a la iglesia se le han dado dos ordenanzas: Primero, nuestro Señor Jesucristo instituyó la Comunión en su última cena con los discípulos (Mateo 26:26-30) para que fuese celebrada por creyentes solamente de una manera regular como un recordatorio de lo que Él hizo por nosotros en el Calvario (Lucas 22:19-20; 1 Corintios 11:26); antes de esta celebración, el creyente debe examinarse y pedir perdón por sus pecados, de lo contrario traería juicio sobre sí mismo (1 Corintios 11:27-29). La segunda ordenanza es el bautismo por inmersión que practicamos después de haber creído en Cristo como Señor y Salvador, como una representación de nuestra unión con Él, al morir al pecado y al resucitar a una nueva vida. Cada creyente debe ser bautizado voluntariamente como testimonio público de su fe en Cristo y no como vía de salvación (Mateo 28:19; Efesios 2: 8-9).
Sobre el regreso de Jesucristo
Enseñamos el retorno inminente de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 24:42-44). El rapto de la iglesia parece ser el próximo evento profético a cumplirse antes de iniciarse el período de la tribulación, el cual tendrá una duración de siete años (Daniel 9:24-27; 12:11; Apocalipsis 11:2-3; 12:6; 13:5), pero entendemos que es posible, de acuerdo a ciertos pasajes bíblicos, que el Señor permita que su iglesia pase por el período de la Tribulación.
Cielos Nuevos y Tierra Nueva:
Según sus promesas esperamos cielos nuevos y tierras nuevas, en los cuales mora la justicia” (2 Pe. 3:13; Ap. 21:22).
Sobre doctrinas erróneas
Se desaprueba todo credo herético por la confusión y división que causa en el pueblo del Señor, todos los credos que se opongan a la sana doctrina (2 Pe. 2:1; Gá. 5:20; Tit. 2:1, 3:10; 2 Jn. 2:10).