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¿Cómo alcanzar la madurez espiritual según los puritanos? - Arlington Vaca



Los puritanos nos dejaron un gran legado en varias áreas de la vida espiritual y familiar, les compartimos un breve escrito del pastor Arlington Vaca que nos ayudara a llegar a la madurez espiritual practicando algunas de sus enseñanzas en nuestra vida diaria.


Veamos 6 puntos importantes que los puritanos practicaron para llegar a la madurez espiritual:


1. La integración de sus vidas diarias

Su vida era toda de una pieza, sin hacer distinción entre lo sagrado y lo secular. Todo lo integraban con el propósito único de honrar a Dios, apreciando su creación y haciendo todo “santidad al Señor.” En su ardor por lo celestial y lo eterno, sin embargo, eran hombres y mujeres de orden, realismo, oración, propósito y sentido práctico.


2. La calidad de su experiencia espiritual

En su comunión con Dios, Jesucristo era central y la Biblia suprema. Sabiendo que Dios llega al corazón por la mente, meditaban racional y sistemáticamente todas las verdades bíblicas, la cuales aplicaban a vidas, examinando y desafiando sus almas para estimularse a aborrecer el pecado, amar la santidad y fortalecerse con las promesas de Dios. Esta apasionada, racional y resuelta piedad era consciente pero no obsesiva, guiada por la ley de Dios más no legalista, y expresiva de la libertad cristiana pero sin caer en el libertinaje. Sabían que la Escritura es la regla invariable de santidad, y no permitían que se les olvidara.


3. Su pasión por la acción efectiva

Ellos no eran ‘soñadores,’ ni tenían tiempo para la pasividad del ocioso o el inactivo que deja que otros cambien el mundo. Eran hombres dotados y de acción, que oraban fervientemente para que Dios les permitiera usar sus dones, no para exhibirse sino para la gloria de Dios.


4. Su programa para la estabilidad familiar

Al casarse no buscaban alguien a quien amaran apasionadamente en ese momento, sino a alguien a quien pudiesen amar permanentemente como la mejor compañía para el resto de sus vidas. Instruían a sus hijos en el camino que habrían de seguir, cuidaban de sus cuerpos tanto como de sus almas, y los educaban para una vida adulta sobria piadosa y socialmente útil. En sus hogares mantenían el orden, la cortesía y la adoración familiar, y era allí el primer lugar donde practicaban el evangelismo y el discipulado.


5. Su sentido de la dignidad humana

Ellos sentían intensamente la maravilla de la individualidad humana y la apreciaban fuertemente sabiendo que eran criaturas de Dios, hechas para ser sus amigos. Eran muy conscientes del valor del alma inmortal de cada alma individual.


6. Su ideal de renovación y purificación en la iglesia

Ellos usaban la palabra ‘reforma’ en lugar de ‘renovación,’ pero al hacerlo no se referían solo a teología sino a la obra de la gracia de Dios que santifica a los santos, convierte a los pecadores, ilumina las escrituras, promueve la salud y la expectación espiritual, y transforma el carácter proveyendo sabiduría, estabilidad, obediencia, humildad, gozo y seguridad de la salvación a los creyentes. En cuanto a los ministros, su ideal era que ejercieran su labor predicar, enseñar, y ser buenos ejemplos animados por el poder del Espíritu de Dios.


Si los cristianos modernos conociéramos y tomáramos en serio los ideales puritanos, se acrecentaría la esperanza de ver una verdadera ‘reforma’ en nuestras vidas, nuestros ministros, nuestras iglesias y nuestras comunidades.


Arlington Vaca


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