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Las consecuencias del pecado en la vida de un cristiano, parte 3 y ultima - Adrian Rogers


Hola Iglesia, les traemos la última parte de esta hermosa y edificante lectura, esperamos que haya sido de bendición, no olvides compartirla.


EL PECADO ESTROPEA EL ESPÍRITU


Ciertamente el pecado degenera el espíritu. David dice: “Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí” (v. 10). El espíritu de David estaba amargado y estropeado. Le voy a hacer una confesión: Si yo tuviera que elegir un compañero para realizar algún trabajo durante el día, preferiría estar con un pecador que no ha sido salvo que con un salvo sin comunión con Dios. Las personas salvas, que no tienen comunión con Dios, son irritables, abusivas y difíciles de tratar. Algunas de las personas más irritables que usted haya conocido en la vida son cristianos sin comunión espiritual. Tienen un espíritu amargado y nada les agrada.


Usted sabe, ningún plato en la mesa puede verse bien si usted sufre de indigestión. A esas personas nada les agrada. Usted puede saber cuando una persona está volviendo a sus malos hábitos. En una iglesia, esas personas empiezan a tener un espíritu crítico. En toda iglesia hay suficientes personas y cosas para criticar. Si usted se enfoca en eso, simplemente mire a su alrededor. Cuando la gente está reincidiendo en pecado, deja de poner su mirada en el Señor y empieza a ponerla en los errores de aquellos por quienes Jesús murió. Y David, como usted verá, tenía un espíritu crítico. Su espíritu estaba contaminado.


Permítame ilustrar a qué me refiero:


Natán el profeta, que era como el pastor de David, vino a hacer un reclamo. Recuerde que David había cometido adulterio, y que con el fin de encubrirlo hizo que Urías el hitita, marido de Betsabé, fuera asesinado en batalla. Al saberlo Natán, fue ante el rey y le dijo algo así: “Rey, hay un asunto que usted debe juzgar. Es algo de lo que usted debe hacerse cargo. En el reino hay un hombre que tiene todo lo que su corazón pueda desear, casas, tierras, rebaños, hatos y una familia grande. Él vivía al lado de un hombre que no tenía nada, excepto una querida corderita. Esta era como una de sus hijas, comía de su propia mesa”. Siguió diciendo: “Y rey, cuando el hombre rico tuvo un invitado en su casa, fue y tomó a la querida corderita del hombre pobre, la mató y la asó, y se la dio al forastero. Rey David, ¿qué cree usted que se le debe hacer a ese hombre?”.


David enfurecido, saltó de su trono y dijo: “El hombre que ha hecho eso pagará cuatro veces”. Entonces Natán le dijo: “¡Tú eres ese hombre!” (ver 2 Samuel12). Natán usó una parábola para mostrarle a David cómo se había amargado su espíritu. Observe lo rápido que David juzgó al otro hombre. Lo juzgó por haberse robado una corderita. Pero él se había robado una mujer. Él juzgó a alguien por matar un animal, pero él había matado a un ser humano. Con una viga en su propio ojo, quiso intentar sacar la paja del ojo de otra persona. El que recae en pecado siempre actúa de esa manera. Siempre tiene un espíritu amargado y vil que encuentra fallas en todos los demás.


Hace unos años, escuché la historia de un hombre en cierta iglesia. Era una iglesia pequeña, y las iglesias pequeñas tienen sus propios guardianes. Son personas que creen que Dios las ha puesto y ungido para asegurarse de que todo vaya bien en su iglesia.


Un hombre abrió la puerta de un armario de escobas y encontró cinco escobas nuevas. Entonces fue a buscar al tesorero de la iglesia y le preguntó:

-¿Por qué hemos gastado tanto dinero en cinco escobas? No estamos alcanzando nuestro presupuesto, pero tenemos cinco escobas en ese armario. Como el tesorero no lo pudo calmar, terminó hablando con el pastor. El pastor le dijo: -Bien, hermano, yo no sé. Quizá había oferta de escobas. Quizá usamos muchas escobas, pero son sólo cinco escobas. No pierda la comunión por cinco escobas. Sin embargo, más tarde mientras el tesorero tomaba café con el pastor, el hombre le dijo al pastor:


-Pastor, es fácil entender: ¿Cómo se sentiría usted si viera todo lo que le hubiera dado a la iglesia durante el último año invertido en cinco escobas?


Las personas que no están en comunión con Dios son rápidas para encontrar las fallas de los demás. Si usted quiere, siempre puede encontrar fallas porque sencillamente todos somos una sociedad de pecadores que al fin y al cabo nos dimos cuenta de eso y nos unimos para hacer algo al respecto.


EL PECADO DESTRUYE EL TESTIMONIO


Aquí tenemos a David, un hombre conforme al corazón de Dios que amaba a Dios, pero cometió un horrible pecado. El pecado no sólo degenera el espíritu, sino que destruye el testimonio. Esta es una de las peores cosas que pueden ocurrir en la vida de un hijo de Dios por causa del pecado. Observe el Salmo 51:14:“Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia”.


¿Sabe usted por qué la gente no canta en el servicio de alabanza? Porque no está llena del Espíritu. Simplemente está llena de pecado. No tiene nada para cantar. Han perdido su canción porque han perdido su testimonio.


Mire el versículo 15: “Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza”. David no estaba alabando a Dios porque sus labios estaban sellados. Su pecado había destruido su testimonio y la alabanza se había secado. No estaba conduciendo almas a Cristo por lo que dice en los versículos 12, 13: “Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti”. ¿Puede ver lo que pasó? No había alabanza, no había canción, ningún alma ganada. ¿Por qué? Se lo diré: porque el pecado había destruido su testimonio.


A veces en la iglesia usted verá personas que apenas se sientan con sus brazos cruzados. Parece que dijeran: “Bendíceme si puedes”. ¿Y por qué no están alabando a Dios? ¿Por qué no están en comunión? ¿Por qué no están gozosos? ¿Por qué no pueden decir: “Gloria a Dios”? ¿Por qué no pueden alzar sus corazones a Jesús en alabanza? Porque algo anda mal por dentro.


Andrew Murray dijo: Hay dos clases de cristianos, los ganadores de almas y los reincidentes.


Manley Beasley decía: “Si usted está bien con Dios, tendrá que evitar reincidir en el pecado para ganar almas”.


¿Cuáles son las consecuencias del pecado en un cristiano?


Ensucia el alma, domina la mente, deshonra al Señor, deprime el corazón, enferma el cuerpo, degenera el espíritu y destruye el testimonio.


¿Puede pecar un cristiano? Sí, lo puede hacer. ¿Puede un cristiano pecar y no sufrir? No, recuerde que el hombre más miserable sobre la Tierra no es el que no es salvo, sino el hombre que es salvo y no tiene comunión con Dios.


Tomado del libro “Lo que cada cristiano debe conocer” delPastor Adrian Rogers (12/11/1931) - (15/11/2005)



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