EL SEÑOR ES BUENO
- Admin
- 8 may 2018
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“Discurso en Base a Salmos 40:1-8”
Estos versos se refieren en todo a Nuestro adorable Señor Jesucristo, ellos traen ante nosotros Su sufrimiento y la resurrección, y en especial, también apuntan a Su voluntaria venida al mundo para ser nuestro sustituto.
En el versículo 1, leemos: “Pacientemente esperé a Jehová”. Como en todas las particularidades de nuestro Señor Jesucristo, es un ejemplo para la Iglesia en cuanto a su paciencia, y aquí vemos el resultado de esperar pacientemente “Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor”. De la misma manera los hijos de Dios lo encontrarán siempre. Si esperamos pacientemente por el Señor el resultado de su respuesta vendrá de acuerdo a nuestro anhelo. Particularmente nosotros debemos mantener esto en mente, a fin de que podamos recibir la bendición de lo que hemos pedido a Dios. Nada se obtiene con impaciencia, sólo deshonras a Dios por ella; pero nunca, en lo más mínimo, obtendremos respuesta por la impaciencia.
Versículo 2. Esto se refiere a los grandes y terribles sufrimientos de nuestro Señor Jesucristo como nuestro sustituto. Cuando pasó a través de la hora de oscuridad, esto se cumplió: “Un pozo de desesperación”, la misma figura nos presenta el horror de hora a través de la cual el Señor tenía que pasar. Pero esto no se mantuvo siempre ya que Él fue sacado de la misma. Y a pesar de que no tenemos que sufrir en el camino en sustitución por otros; en la providencia de Dios, porque Él ve que es bueno para nosotros, podemos en pequeña escala, encontrarnos en un pozo de desesperación y en lodo cenagoso. Pero esto no va a durar para siempre, nosotros también tendremos nuestros pies sobre una peña. ¡Oh, cuán precioso, el brillo del panorama que tendrá su plenitud en la aparición de nuestro Señor Jesucristo! Ahora; el Señor Jesús, una vez por todos pasó a través del sufrimiento, y una vez por todos tuvo Sus pies puestos sobre la peña, y Su partida establecida; pero desde su resurrección este trabajo ha sido más y más desarrollado y será revelado más y más hasta la hora de su venida, y luego la cosecha vendrá de todas partes hacia la eternidad, en la medida en que a Él le plazca, y por lo que se refiere a la iglesia, no habrá nada, nada más que participar del torrente de delicias a la diestra de Dios (Salmos 36:8)
Versículo 3. “Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová”. Esta segunda parte del verso lo vemos cumpliéndose continuamente, millones y millones de personas han sido llevadas a creer en el Señor Jesucristo, y millones de millones serán aún llevados a un conocimiento de Él, una multitud innumerable. ¡Según el brillo del panorama con respecto al final! Comparativamente ahora, en cuanto a la apariencia externa, el número es pequeño; pero, ¡será visto como lo innumerable que es al fin!
Versículo 4. “Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza”. Esto es una verdadera bendición, y solo esto es una bendición real; al hacer del Señor Jesús nuestra confianza para la salvación de nuestras almas, para la obtención de todo aquello que realmente necesitamos mientras pasamos por este valle de lágrimas, en medio de la prueba y dificultad; para nuestro trabajo espiritual y para nuestra mano de obra; para todo esto el único remedio es confiar en el Señor y entonces; sólo entonces, seremos realmente bienaventurados y felices en verdad. Esta palabra “bienaventurado” es lo mismo en el original como “feliz”, por lo que podemos leerlo así en relación a ambos aspectos: “Feliz, realmente feliz es el hombre que puso en Jehová su confianza”.
Versículo 5. Esto debemos recordar para nuestro consuelo, cuando estamos en prueba, en dificultad, en aflicción; sea cual sea el aspecto exterior de “Esto nunca va a llegar a su fin, nunca más seré feliz”; debemos recordar estas palabras: “Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas.” Tú puedes, Señor, aumentar su número, ayudándome en medio de la prueba, de la dificultad en la que me encuentro.
Después viene una frase notable: “Y tus pensamientos para con nosotros”. Aquí el Señor se presenta en unión con la Iglesia de Dios, para con nosotros; no “para mí”, o simplemente hacia la Iglesia, sino “con nosotros”, en íntima unión con la Iglesia, porque somos miembros de ese cuerpo espiritual, del cual el Señor Jesús es la cabeza. ¡Oh, cuán grande es la alegría en Dios cuando somos hechos aptos para entrar en esto! pobres, malos, culpables, pecadores; merecedores del infierno, lo que somos naturalmente, sin embargo; los pensamientos de Dios son “para con nosotros”. Su mente es para con nosotros, ¡Él está pensando acerca de nosotros! ¡Oh, cuán precioso es esto! Y entonces cuántos somos los que leemos en lo que sigue “No es posible contarlos ante ti, si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados”. ¡Sólo piensa en esto! Muy a menudo Dios piensa en nosotros, los pensamientos que tiene para con nosotros, son tantos que no se pueden contar. No es un simple mil, diez mil; no solamente cincuenta mil, sino más que ellos, mucho, mucho más, que incluso; no pueden ser contados. ¿Qué hay de aquellos de los cuales Él piensa? ¿Acerca de los pobres pecadores que merecen nada más que el infierno? Debemos decirnos de manera individual; “Él está pensando acerca de mí: malvado, pecador culpable, merece únicamente el infierno; sin embargo, soy tan querido para el corazón de Dios, precioso a su vista; de manera completa Él está viéndome como si mirara a su Hijo Unigénito, porque yo soy uno con Él, soy miembro de ese cuerpo del cual Él es la cabeza; estoy totalmente unido a Él, y por lo tanto, mediante Su causa, el Padre está ocupado continuamente pensando acerca de mí, y meditando siempre en cómo Él puede hacerme feliz, como Él invariablemente puede poner de manifiesto su atención sobre mí, tan querido soy para Su corazón, tan precioso a Sus ojos.
Versículo 6. “Sacrificio y ofrenda no te agrada”. Originalmente esta era la ley de las cosas; que estaba de acuerdo en la mente de Dios, pero se instituyó debido a la debilidad del hombre, de lo contrario no habría sido. “Has abierto mis oídos” La mayoría, si no es que todos los presentes, saben lo que se entiende por esto. Cuando un esclavo fue puesto en libertad, y optó por seguir siendo un esclavo (Éxodo 21:5) “Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre”; entonces él iba a ser llevado junto a la puerta, y le horadarían la oreja, y el sería siervo de su amo para siempre. Ahora, el Señor Jesucristo se hace siervo de Dios, Él obedecería perfectamente a Dios en todo momento y bajo cualquier circunstancia, nunca; nunca haría nada en contra de la mente de Dios. A esto hace referencia. Por lo que se obtiene una perfecta obediencia a Dios en todo momento y bajo cualquier circunstancia, el Señor Jesucristo obró una justicia a través de la cual, por la fe en Su Nombre, nos encontramos justificados ante Dios. Así que, Él no sólo cumplió la ley en nuestro sitio y lugar, sino que llevó el castigo de la ley, lo que nosotros merecíamos por causa de nuestras innumerables transgresiones.
Ahora vamos, amado en Cristo, mientras más rodeamos la mesa del Señor, buscamos más que nunca entrar en este pensamiento. A pesar de que individualmente han violado la ley de Dios de manera innumerable, en nuestro lugar, el Señor Jesucristo la cumplió y esto se pone en nuestra cuenta, por lo tanto; debemos confiar que en Jesús estamos justificados ante Dios. El Señor Jesucristo llevó el castigo en nuestro lugar, y por lo tanto, a pesar de que solo merecemos el castigo por nuestras innumerables transgresiones, no vamos a ser castigados por un solo pecado. Y esto siempre debe estar particularmente ante nosotros cuando nos encontramos para la partición del pan, aunque en otros momentos debe estar continuamente en nuestra mente, día tras día, hora tras hora debemos tratar de recordar lo que el Señor Jesús hizo y sufrió en nuestro lugar, con el propósito de que la paz y la alegría del Espíritu Santo pueda crecer y abundar más y más.
Nota: Un sermón predicado en Bethesda, Calle Great George, Bristol. El domingo por la mañana, 25 de Julio de 1897.
“Discurso en Base a Salmos 40:1-8”
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