Palabras de aliento para el cristiano sincero
Me dirijo a todos aquellos que valerosamente han tomado sobre sí la cruz y siguen con sinceridad a Cristo. Os exhorto a que perseveréis y a que no fluctuéis a causa de las dificultades y la oposición. Quizá encontraréis muy pocos a vuestro lado y muchos en contra vuestro. Quizá a veces oigáis cosas sobre vosotros que no son ciertas. Quizá la gente os reproche y diga que os extralimitáis y lleváis demasiado lejos las convicciones. No hagáis caso. No deis oído a sus comentarios, y continuad adelante.
Todo lo que atañe al alma debería ser la ocupación más importante del hombre, y en esta tarea tendría que hacer todo lo que está a su alcance, y hacerlo honestamente y con todo su corazón. De todas las ocupaciones, la que no podemos pasar por encima y desarrollarla de una manera descuidada, es aquella gran labor de ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). Recuerda esto, creyente en el Señor.
Si hay algo de lo cual el creyente nunca debe avergonzarse, es de su servicio para el Señor Jesucristo. Debe avergonzarse del pecado, de todo lo mundano, de las veleidades y tonterías, de la pérdida de tiempo, del amor a los placeres, de un temperamento incontrolable, del orgullo, de hacer del dinero o el vestir un ídolo, etc. etc., pero de servir a Cristo nunca debería avergonzarse. Tampoco puede avergonzarse a causa de sus desvelos por el bien de su alma, y por hacer de la salvación de su alma el fin principal de su existencia cotidiana. Recuerda, pues, creyente, la lectura de la Biblia y la oración privada. Guarda el Día del Señor. Recuerda el culto de adoración a Dios. Y en todas estas cosas no te avergüences de ser un creyente completo, real y verdadero.
Los años de nuestra vida pasan con extraordinaria rapidez. Quizá sea éste el último de tu vida, y el tiempo señalado para que vayas al encuentro de tu Dios. Si deseas estar listo y preparado, asegúrate de que tu profesión de fe es real y verdadera. Se acerca el día cuando nada, excepto una profesión de fe real, podrá resistir el fuego de la prueba. El arrepentimiento real hacia Dios; una fe real en Cristo Jesús; una santidad real de corazón y de vida — esto, y sólo esto podrá resistir la prueba del fuego en aquel día. Son en verdad solemnes las palabras del Señor Jesús: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7:22, 29).
JC. Ryle.