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Biografía Susana Wesley


Hola Iglesia el día de hoy veremos la biografía de una mujer que por su amor a Dios guió y educo a su familia para la gloria del Eterno. Estamos hablando de Susana Wesley quien fue la madre de John Wesley y Charles Wesley. El primero cambio la manera de predicar y generó cambios en su época que hasta el día de hoy siguen vigentes (si no has leído su biografía haz clic aquí). Charles por su parte llegó a ser uno de los más grandes escritores de himnos de todos los tiempos, pero estamos seguros que si ellos llegaron a ser de gran importancia para el evangelio es en gran parte debido a su madre Susana, confiamos que su vida nos ayude a ver la importancia de una familia fuerte y guiada para la honra de Dios.


Susana nació en Inglaterra en el año 1669, en un hogar constituido por 25 hijos siendo ella la mayor. Fue criada en un ambiente piadoso. Su padre fue el clérigo Samuel Annesley quien le dio una instrucción excelente permitiéndole permanecer en su estudio cuando muchos de los hombres famosos de la época se reunían allí para discutir temas teológicos y de filosofía.


Fue una mujer inteligente apasionada por los estudios, y de muy joven pudo aprender griego, latín y francés. Mientras que sus compañeras jugaban con muñecas ella meditaba en profundos asuntos espirituales.


A los 19 años, se casó con Samuel Wesley con el cual tuvo diecinueve hijos de los cuales diez lograron sobrevivir, los otros nueve murieron en la infancia. Esta mujer dedicó su vida a la crianza y cuidado de su familia. Ella mantenía la casa, administraba las finanzas (pues su esposo no era buen administrador) y manejaba los esfuerzos campesinos de la familia.


Cuentan algunos de sus biógrafos que en realidad era una mujer de naturaleza frágil. Entonces ¿Cómo encontraba las fuerzas para criar a diez hijos y administrar el hogar?; la respuesta es que Susana dedicaba tiempo cada mañana y cada tarde para estar a solas con Dios, orando y meditando en las Escrituras. Esta decisión la tomó cuando ya tenía nueve hijos no importando lo que sucediese, apenas el reloj sonaba ella se disponía a buscar comunión con Dios. Esto creemos era lo que le daba fuerzas para todas las pruebas y dificultades.


Algunas de esas pruebas fueron la muerte de sus hijos aún en la niñez, deudas que crecían y con un crédito que disminuía; sin embargo en el aspecto espiritual, tuvo una vida de riquezas y de victoria. Se cuenta que frente a una dura prueba en un momento de su vida ella escribió: “Aunque el hombre nazca para el infortunio, yo todavía creo que han de ser raros los hombres sobre la tierra, considerando todo el transcurso de su vida, que no hayan recibido más misericordia que aflicciones y muchos más placeres que dolor. Todos mis sufrimientos, por el cuidado del Dios omnipotente, cooperaron para promover mi bien espiritual y eterno… ¡Gloria sea a Ti, oh Señor!”


Ella entregó los mejores años de su vida a la enseñanza y al cuidado doméstico de sus hijos sin dejar de depositar en todos ellos su pasión por el aprendizaje y por la rectitud. A los sesenta años de edad, su hijo John Wesley le pidió que le diera a conocer sus métodos para la crianza de los hijos, con renuencia ella le contestó: “No me gusta escribir sobre mi forma de enseñar. Creo que no serviría de mucho que si alguien supiera cómo yo, que he vivido una vida de retiro por muchos años, empleé mi tiempo y cuidados en criar a mis hijos. Nadie puede, sin renunciar al mundo, en el sentido más literal, llevar a cabo mi método; y hay muy pocos, si es que hay alguien que pudiera dedicarse por entero durante los mejores veinte años de su vida a salvar el alma de sus hijos”.


Ella forjó en los tres varones y siete mujeres, un amor al Señor y por las cosas espirituales aún hasta sus años de madurez. Era tal su sabiduría que su hijo, el pastor John, la buscaba para recibir su consejo. Se cuenta que esta mujer constantemente oraba: “Ayúdame, Señor, a recordar que religión no es estar confinada en una iglesia o en un cuarto, ni es ejercitarse solamente en oración y meditación, sino que estar siempre en tu presencia”.


Antes de partir, ya en su lecho de muerte, se recuerda que Susana exclamó: “Mi querido Salvador, ¡estás viniendo a socorrerme en los últimos momentos de mi vida!”. Más tarde, estando sus hijos alrededor de su lecho les dijo: “Hijos, tan luego yo haya sido trasladada, canten un salmo de alabanza a Dios”. Así, el 23 de en julio de 1742, Susana Wesley dejó esta tierra para encontrarse con su Señor.


Susana Wesley, tenia 10 reglas para educar a sus hijos, queremos compartirlas con ustedes y confiamos que sean de bendicion para cada uno de sus hogares.


1. Destruye el egoísmo de tus hijos y colabora en la salvación de sus almas.

2. Enséñales a orar tan pronto empiezan a hablar.

3. No les des nada que pidan con lloros, sino lo que pidan con educación.

4. No castigues las faltas que confiesan en seguida y de las que ves que se arrepienten.

5. No permitas que ningún acto pecaminoso pase sin castigo.

6. No castigues nunca al niño dos veces por la misma falta.

7. Alienta y premia la buena conducta.

8. Fomenta el respeto por la propiedad ajena, incluso en las cosas insignificantes.

9. Cumple todas las promesas que hagas a tus hijos.

10. No obligues a trabajar a tus hijos antes de que sepan leer bien.



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