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500 años de la reforma, ¿Y ahora qué sigue?


El 31 de octubre de 2017 tuvimos la oportunidad de celebrar 500 años de la reforma protestante; ese día se llevaron a cabo varias celebraciones en honor a todos esos reformadores que dieron su vida para que la palabra de Dios fuera nuevamente la autoridad y que todos pudiéramos leerla y conocer el mensaje de salvación; el mensaje del evangelio.


En si todo el año muchas iglesias expusieron los eventos que ocurrieron hace más de 500 años y lograron enseñar a sus congregaciones el por qué fue importante la reforma, por esa razón no voy a entrar en tantos detalles respecto a cómo ocurrió, como detono o quienes fueron esos agentes activos que Dios utilizó para que se pudiera llevar a cabo.


Lo que nos reúne el día de hoy es la pregunta que desde mi punto de vista todos debemos hacer y con la ayuda de Dios tratar de contestar.


¿Y ahora qué sigue?


Antes de empezar quiero dejar algo claro, sé que ninguna congregación es perfecta y que ninguno de nosotros lo es, por lo que al preguntar ¿Cuál es el siguiente paso?, no me voy referir a buscar una perfección total, la cual no llegara hasta cuando Cristo venga, si no quiero hablar de algunos pasos para seguir reformando lo que más se pueda nuestras congregaciones y nuestros púlpitos a la palabra de Dios.


Al igual que los reformadores lograron colocar el mensaje de la reforma en 5 solas, yo tomaré cada una de esas solas e intentaré colocarlas con base a las falencias y necesidades de este siglo y así tendremos una idea de cómo seguir con este arduo pero gratificante trabajo de seguir reformándonos a la voluntad perfecta de Dios.


Solo Escritura: Debemos dejar de buscar la revelación de Dios en otros escritos y personas. Cuando se empezaron a levantar los reformadores hubo gente que intentó atribuir la voz de Dios a otros escritos o darle esa autoridad a personas comunes y corrientes y si queremos ser aún más verídicos debemos aceptar que esto empezó a ocurrir desde el siglo primero, pero debemos aceptar con tristeza que del siglo XVII en adelante se ha multiplicado de una manera intensa la cantidad de pensamientos que quieren anular o bajar la autoridad máxima de la Biblia.


No debemos ser de aquellos que dependen de otro libro que atribuya ser inspirado para buscar la voluntad de Dios, ni de gente que diga que es profeta o vidente y que indique que Dios le ha dado una “nueva” visión para la iglesia. La Biblia nos es suficiente porque entendemos que fue la voluntad de Dios mostrarse por medio de ella y enseñarnos el plan de salvación que llevo a cabo por amor a nosotros mediante su hijo Jesucristo; no estoy diciendo que no escuchemos a nadie ni que no leamos libros que no sea la Biblia, es claro que para crecer es bueno leer buenos autores y escuchar buenos teólogos y predicadores, pero el punto focal aquí es que todo lo que se enseñe tiene que venir de la Biblia y que debemos aceptar que ella es la máxima autoridad.


Debemos vivir y creer fielmente las palabras inspiradas por el Santo Espíritu: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo: 3:16).


Ese es el primer paso para seguir reformando la iglesia, debemos reformarnos a la palabra de Dios y reconocer su autoridad única tal como dice Steve Lawson: “Cuando la Biblia habla, Dios habla y cuando Dios habla, habla con autoridad soberana en su palabra”.


Quiero hablar de las siguientes 3 solas como una unidad compuesta:


Sola Gracia, Solo Fe y Solo Cristo.


A diferencia de muchas creencias y religiones que son de gran aceptación a nivel mundial por sus ideas liberales y sus múltiples formas de salvación, el cristianismo es claro en su mensaje: Un solo Dios, un solo salvador, un solo camino, en resumen un solo evangelio.


Algunas personas, denominaciones y creencias en general están tratando de minimizar el escándalo del evangelio, dicen cosas como que si eres bueno no tienes nada de qué preocuparte, que no importa si crees en Dios, que si respetas la naturaleza serás uno con ella y vivirás para siempre o que Dios es el mismo de todas las creencias y que si uno vive en armonía y genera buenas obras tendrá vida eterna, pero la Biblia es clara y debemos predicarlo de esa manera para no diluir el mensaje de salvación el cual es por gracia, regalo de Dios sin obras humanas por medio de la Fe, creencia en la obra de salvación dada por Dios por medio de Cristo, único mediador entre Dios y los hombres.


No le agreguemos nada al mensaje de salvación, no permitamos que la psicología y otras escuelas de pensamiento rebajen la obra de Dios en la salvación. En este siglo las iglesias han sido infectadas de tal manera que algunas están enseñando que para ser salvo debes hacer obras, guardar algún día o realizar una fiesta o simplemente confiar en algún otro aparte de Cristo. Tenemos que volver a la palabra de Dios y dejar claro que solo en Cristo hay salvación y que su obra en la cruz fue completa para dar vida eterna a los que se arrepientan y crean.


Solo a Dios la Gloria


Llegamos a la última sola y tristemente es algo que ya no se predica en muchas congregaciones, ahora se le da la gloria a las personas y se deja a Dios en un segundo lugar, le dan la gloria a las bendiciones, pero se olvidan del dador de esas bendiciones.


Vivimos en una época donde la gloria de Dios y el poder su Espíritu está siendo humillado y utilizado según conveniencia, es nuestro deber volver a predicar la gloria del creador en todo momento sin dejar afuera ninguno de sus atributos expuestos en su palabra y reconocer que todo es por Él y para Él, debemos dejar de idolatrar hombres y volver a la manera de los apóstoles y los reformadores que comprendían que todo es por gracia y toda gloria y honra es solo para nuestro Señor.


“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:10.


Creo que este resumen nos da un punto de partida, el cual, si lo miramos bien es prácticamente lo mismo contra lo que lucharon los reformadores solo que a una escala global al día de hoy. Podemos seguir hablando y viendo las falencias en nuestras iglesias, pero ese no es el fin, debemos aceptar que nos hemos desviado el camino, aprender más de su palabra y que como hermanos debemos edificarnos los unos a los otros, perdonándonos y amándonos para que la iglesia de Cristo sea reformada a su santa palabra, reconociendo que necesitamos más de su Santo Espíritu día a día para llevar a la gente al evangelio sin emocionalismos ni trucos, sino con la obra magna de Cristo en la cruz para que cuando la gente sea salva recordemos que toda la Gloria es para el dador de la vida y de la salvación, nuestro Eterno Dios.


Oremos a Dios para que nos de la fuerza para vivir para su obra, y trabajemos fuertemente para que la iglesia siga siendo reformada a su santa palabra hasta el día de volver a su presencia.


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